viernes, 18 de septiembre de 2015

El ser no es un predicado real. Kant (Ontología)


El ser no es un predicado real. Kant

            La idea central de la crítica de Kant al argumento ontológico consiste en sostener que el ser no es un predicado real, es decir, una determinación capaz de ser añadida al concepto de un ente, en este caso, al del ente absolutamente perfecto. El concepto de un ser perfectísimo o realísimo es un contenido subjetivo que está como tal completamente determinado. Por esta razón, para poder saber si ese contenido existe también en la realidad resulta indispensable que el sujeto lo intuya. La ausencia de semejante intuición es para Kant el escollo insalvable contra el que chocan y deben chocar una y otra vez los diferentes ensayos para probar la existencia de Dios. Aunque en principio coincide con la tesis Kantiana de que no debe concebirse el ser como un predicado real, Hegel considera, no obstante, que entender la existencia como la posición del concepto ya exhaustivamente determinado no implica una verdadera superación de la particular noción de ser que está a la base del argumento ontológico.

            Sobre dicha noción se constituyen para Hegel a su vez una concepción de la realidad y una concepción de lo absoluto, una ontología y una teología, que le son correlativas. El presente ensayo tengo por objeto presentar a mí entender que es lo que Kant realiza en su crítica, partiendo de la premisa de que, “el ser no es un predicado real”.

            El argumento ontológico para probar la existencia de Dios, tal como fuera formulado por una extensa lista de pensadores medievales y modernos, sostiene, que la existencia debe pertenecerle a la esencia del Ser más perfecto, a aquel contenido mayor que el cual nada puede pensarse, ya que si no le perteneciera podría entonces pensarse un contenido todavía más perfecto, a saber: aquel que si lo hiciera. Solo este contenido sería, en rigor, el mayor de todos los que la inteligencia humana puede pensar, sólo este concepto sería el del Ser Supremo. En el libro de ontología de Belá Weissmahr nos menciona acerca de la primera intuición de la metafísica que es la de: “Todo es ente; ser es aquello que conviene a todas las cosas; en el ser todo coincide y concuerda… y más delante nos dice; no hay nada que no pertenezca al ser; no puede darse nada que no esté relacionado entre sí en el ser”[1].

            La crítica de Kant al argumento ontológico, implica un embate novedoso y original contra el núcleo mismo de la metafísica que lo hace posible. Más precisamente; la crítica kantiana al argumento ontológico es en su sentido más profundo una crítica de la noción de ser que ha fundado la ontoteologia occidental, remitiéndonos a la concepción cartesiana que hace en su argumento ontológico. Al predeterminar su comprensión de las cosas de Universo como contingentes y al articular y legitimar desde esa lectura su argumentación a favor de la existencia de un Ser Supremo que habría creado a éste y lo conservaría constantemente en la existencia.

            Heidegger en su obra “La tesis de Kant sobre el ser”, nos dice que:

“Lo nombramos con la palabra “ser”. Este nombre nombra aquello que mentamos cuando decimos “es”, y “ha sido”, y “está por llegar”. Todo lo que nos alcanza y lo que nosotros alcanzamos, atraviesa por ese “es”, expreso o tácito. Nunca y de ningún modo podemos escapar al hecho de que ocurra así. El “es” sigue siendo conocido, para nosotros, en todas sus transformaciones patentes y ocultas. Y sin embargo, en cuanto suena a nuestros oídos esta palabra “ser”, aseguramos que nada se puede representar bajo ella, que nada se puede pensar con ella”[2].

            Kant ha dado un paso de gran alcance en la localización del ser. Por otra parte, este paso de Kant, resulta de una fidelidad de la tradición, es decir, en discusión al mismo tiempo con ella, por lo que ésta alcanza nueva luz. Las dos razones de la referencia de la tesis sobre el ser, nos sirven de estímulo para la meditación. Las tesis de Kant sobre el ser, según se formula en su obra capital, la Crítica de la razón pura, dice:

            “Ser no es evidente un predicado real, es decir un concepto de algo que puede añadirse al concepto de una cosa. Es sencillamente la posición de una cosa o de ciertas determinaciones.

            Las palabras ser o ente no aparecen en el lenguaje de todos los días; pertenecen al vocabulario de la filosofía, son términos científicos. Como segundo paso de nuestra investigación sobre la problemática unidad-pluralidad vamos a estudiar a continuación algunas de las propiedades de la palabra ente, que se prestan a confusión desde el punto de vista lógico.

            La tesis de Kant sobre el ser nos parece abstracta, insuficiente y pálida. Se ha exigido, entre tanto, de la filosofía que no se contente ya con interpretar el mundo y se entretenga en especulaciones abstractas, sino que llegue a transformar prácticamente el mundo. Pero la transformación del mundo pensada de ese modo, reclama ante todo que se transforme al pensar, como hay también ya, detrás de la mencionada exigencia, una transformación del pensar.

            La tesis de Kant choca como abstracta e insuficiente. Sólo cuando se omite reflexionar en lo que Kant dice para explicarla, y cómo lo dice. Debemos seguir el camino de su explicación. Debemos visualizar el ámbito por el que corre el camino. Debemos pensar en el lugar al que pertenece lo que Kant explica y localiza bajo el nombre de “ser”[3].

            La crítica de Kant a este patrón de argumentación radica precisamente en negar que el ser o la existencia sea en cuanto tal un predicado real que perfeccione o determine ulteriormente el concepto de una cosa, es decir, que sea algún tipo de determinación capaz de ser incluida o excluida de dicho concepto. En el caso específico del concepto de ente necesario, el cual debería contener en sí la existencia, o bien en el concepto de ente realísimo, el cual contendría todas las determinaciones posibles, esto significa concretamente que la existencia no debería, en el primer caso, serle atribuida a ese concepto como un predicado que pudiera convenirle bajo la modalidad de la necesidad, y, en el segundo, que no debería serle atribuida como un predicado real que pudiera añadir una determinación más a las que le hubieran sido ya atribuidas.

            Recordando que pasa Kant el juicio de Dios es todopoderoso, es para él un juicio analítico, que no aporta nada al conocimiento, puesto que no genera nada nuevo. Kant a diferencia de Descartes, este mismo juicio va a decir, que este es un juicio sintético.

            “Ser no es evidentemente un predicado real, es decir un concepto de algo que pueda añadirse al concepto de una cosa. Es sencillamente la posición de una cosa o de ciertas determinaciones en sí”[4]

            Siguiendo a Heidegger, en su análisis que hace de Kant sobre esta cita, dice el que la tesis de Kant, contiene dos enunciados. “El primero es negativo, niega al ser el carácter de una predicado real. Pero de ningún modo el carácter de un predicado general. Conforme con ello, el siguiente enunciado afirmativo de la tesis caracteriza al ser como -sencillamente la posición-”[5]

            Toda la crítica que Kant realiza del cogito cartesiano se basa en la imposibilidad de sostener la absoluta potencia de lo uno del sujeto trascendental para un conocimiento, para la determinación de un punto de lo real. La apercepción originaria es una forma exclusivamente lógica, una necesidad vacía.

            “Heidegger reprocha a Kant que renuncie a proseguir su avance en la exploración de esa <<raíz desconocida>> de la esencia del hombre y que, por el contrario, haya reducido nuevamente la imaginación a una simple operación del entendimiento. Kant, dice, percibió lo desconocido y se vio obligado a retroceder”[6]

            Lo que un juicio sobre la relación entre la existencia y un ente necesario o realísimo podría, según Kant, afirmar es, a lo sumo, que si existiera un ser semejante entonces existiera necesariamente. La necesidad lógica implica solo que si se afirma el sujeto debe ser afirmado también el predicado, pero de ningún modo afirma al sujeto mismo, es decir, más claramente, no implica que ese sujeto exista. No hay para Kant, pues, contradicción alguna en negar como sujeto de un juicio al ente necesario o realísimo con todos sus predicados.

Así, aun suponiendo que la existencia pudiera ser el contenido de un predicado atribuible de un modo u otro sujeto, el carácter necesario con que en tal caso le sería atribuida implicaría ya al sujeto mismo. La afirmación o negación de ese sujeto es en esta exacta medida completamente independiente de la eventual modalidad con la que pueda serle atribuido un predicado. El juicio que funciona como conclusión del argumento ontológico no puede afirmar pues, la existencia de un sujeto. Para Kant, la existencia éste sólo resultaría posible, como una síntesis a posteriori fundada en una intuición.

           



























BIBLIOGRAFIA

  • Martin Heidegger, ¿Qué es metafísica? Y otros ensayos, Fausto, Buenos Aires, 1992

  • Béla Weissmahr, Ontología, Herder, Barcelona, 1986.

  • Nicolai Hartman, Ontología, FCE, México, 1956.

  • Alain Badiou, Breve tratado de ontología transitoria, Gedisa, Barcelona, 2002.

  • Johannes Hirschberger, Historia de la filosofía II, Herder, Barcelona, 1966.  





[1] Belá Weissmahr, Ontología, Herder, Barcelona, 1986. p. 82.
[2] Martin Heidegger, ¿Qué es metafísica? Y otros ensayos, Fausto, Buenos Aires, 1992 p. 133.
[3] Martin Heidegger, ¿Qué es metafísica? Y otros ensayos, Fausto, Buenos Aires, 1992 p. 135.
[4] Immanuel Kant, Crítica de la razón pura, Porrúa, México. p. 165.
[5] Martin Heidegger, ¿Qué es metafísica? Y otros ensayos, Fausto, Buenos Aires, 1992 p. 138.
[6] Alain Badiou, “Breve tratado de ontología transitoria”, Gedisa, Barcelona, 2002, p. 137.

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