viernes, 27 de julio de 2012

EL CONCEPTO DE HOMBRE EN SOREN KIERKEGAARD






CONTEXTO
SOCIO-CULTURAL-HISTORICO
Kierkegaard vivió en una época en Dinamarca que se conoce por la Edad de Oro. Oehenschläger, H. C. Ørsted, Georg Brandes, Oteen Steensen Blicher, Grundtvig y Hans Christian Andersen, fueron personalidades que caracterizaron la vida cultural danesa en la época de Kierkegaard.
(Copenhague, 1813-id., 1855) Filósofo danés. Hijo del segundo matrimonio de un acaudalado comerciante de estricta religiosidad, era el menor de siete hermanos. Jorobado de nacimiento, la opresiva educación religiosa que vivió en la casa paterna está en la base de su temperamento angustiado y su atormentada religiosidad, origen de numerosas crisis. Sin embargo, de puertas afuera mantuvo una disipada vida social, en la que se distinguía por la brillantez de su ironía y su sentido del humor.
Sin razón aparente, renunció a su compromiso con Regina Olsen cuando estaban a punto de casarse, en 1841, al parecer a causa de una nueva crisis que le empujó a abrazar una vida religiosa, en el peculiar sentido que ello tenía para él. Sin embargo, antes de defender la fe como la única vía para evitar la caída en la desesperación, los primeros escritos de Kierkegaard trataban de los dos estadios previos de la existencia humana, según la teoría de los tres estadios que propuso en O lo uno o lo otro, que guarda cierto paralelo con su propia existencia; distinguió, en este sentido, el estadio estético y el ético, que se completarían con el ya mencionado estadio religioso[1].
Escribió con seudónimo los libros en que reconstruía el discurso del esteta, y también los que dedicó al estadio ético. Sólo cuando entró en la fase del estadio religioso, a partir del año 1848, abandonó el uso de seudónimos. Éstos no respondían a la voluntad de ocultar su identidad, sino a la intención de dar a cada personaje un nombre y apellido propios (Victor Eremita, Nicolaus Notabene, Johannes Climacus, Johannes de Silentio, Constantin Constantinus...) con los cuales caricaturizar una de las múltiples formas en que los hombres resuelven su existencia. El esteta sería aquel individuo que, angustiado ante la imposibilidad de determinar por sí mismo la buena dirección de su propia vida, suspendiese las decisiones para evitar equivocarse: nada es preferible excepto si produce placer. Por eso, el esteta acabará dedicando toda su vida a encontrar la fórmula en que haya quedado absolutamente desterrada la angustia[2].
 Esta figura encuentra su mejor ejemplo en Diario de un seductor, donde el goce de la vida como momentos aislados de placer es lo único que guía al protagonista. El hombre ético, en cambio, confía en que, al contrario, su razón le proporcione los elementos necesarios y suficientes para evaluar en cada momento la oportunidad de sus actos y, con ello, guiar rectamente el curso de su vida; sin embargo, y en abierta oposición a Hegel, para Kierkegaard esta figura queda atrapada en el espacio mediocre y alienante de lo público, el concepto compartido, nivelador, en el que desaparece el individuo.
 Por último, el religioso albergará en sí mismo la tensión entre los dos estadios anteriores; sentirá la dificultad para actuar, pero a la desesperación opondrá no su razón, sino la pasión que el esteta derrochaba en las gestas amorosas, empleada ahora en sentir hasta el final su temor a equivocarse, mientras no puede por menos que actuar. Instalado en el absurdo de la existencia y en la angustia radical de la aspiración a la eternidad, el religioso afirma únicamente su fe, y a través de ella su propia y radical singularidad. Kierkegaard abordó la temática religiosa de un modo heterodoxo, ya que no indagó en la naturaleza de la fe desde la premisa de la existencia de Dios sino desde la subjetividad del individuo, que, a través del inevitable ejercicio de su libertad, ve en el sentimiento religioso la única forma de vivir una existencia digna, no tanto a los ojos de Dios como a los suyos propios.
Además de su prolijidad, lo que hace notable al filósofo es la originalidad de su trabajo, muy próximo a algunas de las corrientes filosóficas más relevantes del siglo por venir, sobre todo el existencialismo[3].











1.      INTRODUCCIÓN

En este trabajo hermenéutico, en el cual mi finalidad es poder responder la pregunta que me cuestiono acerca de esta obra textual. Que de alguna manera si me pareció que es un poco complicada, puesto que si no se tiene un conocimiento previo del ambiente que lo rodea se puede caer en equívocos, porque maneja algunos conceptos por los cuales está influido. Para esto retome algunas historias de la filosofía y también hice uso del aparato crítico en los cuales me apoye en varias interpretaciones de algunos comentaristas de esta obra, para conocer si era posible la cuestión que me estoy planteando.
La manera en que me planteo esta pregunta es la siguiente ¿Qué es la angustia y cómo influye en el hombre? Ya que lo que me interesa es reconocer solo en el capítulo II de esta obra del “Concepto de angustia” de Kierkegaard que es lo que entiende por angustia. Puesto que en el capítulo II habla de la angustia como pecado original como algo progresivamente considerado.
Entonces partiendo desde este planteamiento, en todo el contenido del trabajo hermenéutico responderé de manera clara esta cuestión, ya que lo que me interesa es el poder encontrar estos dos aspectos; lo que es el pecado, ya que él dice que “el pecado trae consigo una angustia”[4] pero sobre todo el reconocer que es lo que entiende por angustia el autor de nuestro texto a interpretar.
La manera de cómo realicé el trabajo, fue primeramente el poder reconocer las partes importantes de la obra las cuales me dan elementos importantes para poder considerarlos en las citaciones que realicé, solamente las que responden de manera clara mi pregunta.
Divido el trabajo en tres partes importantes, primeramente en definiciones de angustia, en segunda parte, la angustia y el pecado o la pecaminosidad y en tercera parte que es lo que Kierkegaard entiende por angustia objetiva y subjetiva.
En las conclusiones desarrollé cual es la respuesta más certera a mi parecer sobre qué es lo que entiende Sören sobre la angustia o mejor dicho que es la angustia y cuál es la relación tan estrecha con el ser del hombre, que en cierta forma se ve amenazado por esta angustia que en muchos de los casos, el hombre se encuentra entre la espada y la pared, para poder deshacerse de esta angustia que le causa el vivir en el pecado.
Consideró que el trabajo realizado va a estar muy permeado por los aspectos religiosos, recordando que Sören se vuelve un crítico de la religión cristiana, ya que el menciona que como es posible que se quiera vivir la doctrina de Cristo, si se vive en  plena mediocridad y en lo superficial, ya que sólo viven lo que les conviene vivir. Por tanto las citaciones en las que fundamento mi trabajo saldrán mencionados Adán y Eva. Como primeros seres en los cuales se sembró la angustia del pecado, por el caso conocido que se dejaron seducir por la serpiente, pero aquí no me interesará resaltar el hecho mencionado por la Biblia, si no, sobre como ejemplifica o se atiene Sören a realizar sus planteamientos en torno al pecado como causa de angustias en el ser humano. 
Espero poder en el desarrollo del tema el poder argumentar de manera clara y distinta, para que puedan entender cuál es la interpretación y propuesta que quiero realizar acerca de esta autor y de una de sus obras tan importantes para la filosofía de nuestros días.
El trabajo hermenéutico a mi parecer es una manera importante de cómo podemos acercarnos a los textos y sobre todo la propuesta gadameriana es una herramienta muy indispensable para realizar esta interpretación, que si bien no es acabada, pero es un acercamiento desde nuestra perspectiva a los textos, acontecimientos, revistas, o artículos periodísticos.























2.      DESARROLLO

Primera parte.

Comenzare por las definiciones que el autor enuncia y las comentaré para poder tener una breve perspectiva del concepto que nos va a plantear el autor. Nos dice que; “la angustia progresa del mismo modo que lo hace la pecaminosidad dentro de la especie”[5] en esta cita textual nos dice nuestro autor que la angustia es igual que la pecaminosidad, entendiendo como pecaminosidad, los actos de pecar, o la tendencia constante a pecar. Quede claro que Sören nos quiere presentar varias definiciones para poder comprender cuál es el modo más exacto para conocer el concepto de angustia.
La siguiente idea que nos menciona en su texto en el concepto angustia dice:
“la angustia es tanto más profunda cuanto más original sea el hombre, una vez que el individuo, al ingresar en la historia de la especie, tiene la obligación de apropiarse ese supuesto de la pecaminosidad en el que está implicada su propia vida individual” [6]
La angustia por lo tanto según la cita o es algo en el momento que el individuo ingresa a ser parte de la especie humana, en este momento preciso, el hombre tiene pues la obligación de apropiarse de la condición de pecador, por pura predestinación, aquí está implícito uno de los siguientes temas de los cuales desarrollaré que es el pecado, pero Kierkegaard hace referencia en este párrafo de su libro al pecado original, es especifico. No olvidemos de alguna manera u otra su relación con las religión y las costumbres.
Por lo tanto dice el autor danés que el pecado o la pecaminosidad se apoderan del individuo y está en un periodo de crecimiento. Más adelante menciona que “la angustia correspondiente no es angustia por el pecado, puesto que todavía no existe la distinción entre el bien y el mal, distinción que solo aparece con la realidad de la libertad”[7].
En esta cita alcanzó a percibir la manera de cómo entiende Sören al ser humano, él lo entiende como ser individuado y un ser que está dotado de libertad para poder alcanzar la distinción del bien y del mal. El individuo pues no puede caer en la pecaminosidad si por ignorancia no tiene la capacidad de diferenciar entre lo que está bien hecho y lo que está mal.
El individuo entonces se encuentra puede afirmarse de esta manera, se encuentra como condicionado por su condición pecaminosa, y que en cualquiera de sus actos que realicé estará forzado a tomar una decisión con una de sus facultades principales que es la libertad.
“el pecado apareció en medio de la angustia, pero también nos trajo una angustia consigo. Porque la realidad del pecado es tal que no tiene consistencia. De un lado la continuidad del pecado es aquella posibilidad que causa angustias, de otro, la posibilidad de una salvación es a su turno una nada que el individuo ama y teme al mismo tiempo…”[8]
En este párrafo el autor nos da una pista por la cual el individuo puede escapar del pecado, y esta es la de la salvación anunciada, pero que si solo se queda en solo simples esperanza de esa salvación del pecado, mientras el pecado seguirá siendo una hegemonía en todos los individuos. Por lo tanto que si la salvación queda bien establecida, la angustia pasa a ocupar un puesto de retaguardia, lo mismo que la posibilidad.
“la angustia que el pecado trae consigo llega a alcanzar una proximidad acuciante cuando el individuo mismo comete personalmente un pecado…”[9]
El pecado se vuelca hacia el individuo y lo vuelve objeto de actuación del pecado y lo hace que se angustie por el pecado cometido. Esta cita nos da las pautas para iniciar nuestra segunda parte del trabajo hermenéutico, que es la angustia y el pecado o la pecaminosidad.

Segunda parte.

            A continuación analizó en primer lugar el pecado, ya que lo podemos considerar como un elemento fundamental de la angustia. El individuo, con su espíritu es libre porque puede, elegir entre las posibilidades que en su realidad existen. Pero esta posibilidad presenta angustia, pues desaparece tan pronto el individuo echa mano de ella. Y para esto también es importante en reflexionar sobre la angustia como un vértigo de la libertad.
            La angustia pues está puesta en estrecha relación con el pecado porque lo descubre, lo precede y lo acompaña, situando el hombre en su relación con Dios. Es puesta en relación con el pecado y consiguientemente con la conciencia del individuo de estas delante de Dios. Pero es importante resaltar que pada el filósofo danés es muy importante la fe, pero considerando que el individuo tome conciencia de su condición de pecador, y que es capaz de decidir entre lo bueno y lo malo, para alcanzar una vida ética, puesto que según Kierkegaard está es la meta que se debe de alcanzar.
            Situémonos en una de las distinciones que hace Sören del individuo o mejor dicho de espíritu, menciona que hay dos estados: el de la inocencia y el de la culpa. El primero es la ignorancia y esta causa angustia puesto que es una ignorancia de la nada. La inocencia es pues la ignorancia. Así que la angustia existencial precede al pecado y se presenta como motivación hacia él. Partiendo de esto podemos decir, que el que no es inocente por lo tanto, es culpable.
            Kierkegaard nos muestra un ejemplo muy claro, que ilustra muy bien sobre cómo es posible que se pueda perder la inocencia, y se remite al ejemplo de Adán en el cual: no podía comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Pero lo que ocasiono esta prohibición despertó el deseo de obtener saber en lugar de ignorancia.
             La angustia que produce el pecado como opuesto a la fe, es una angustia anta la nada, porque el pecado no tiene realidad. La angustia, aclara Kierkegaard, no es un temor ante algo, sino que es una experiencia: “el pecado apareció en medio de la angustia, pero trajo a su vez una nueva angustia”[10]. La realidad del pecado es, en efecto, una realidad que no tiene existencia. Por lo tanto, la realidad del pecado es la nada ante quien la angustia se vive.
            La culpa que lleva al pecado es el saber de la diferencia entre el bien y el mal. Dicho en palabras del filosofo danés: “cuando está puesto el pecado en el individuo, por medio del salto cualitativo, está puesta, por ende, la diferencia entre el bien y el mal”. Con esto la angustia la podemos entender de dos maneras: la angustia ante el mal que no se puede abolir el pecado, sólo puede entristecerse por él, y la angustia ante el bien, que constituye lo demoniaco que rechaza el bien y con lleva a una pérdida de libertad.
            Pero para el danés, y es algo que cabe muy bien mencionarlo, el decir que la libertad es la elección entre el bien y el mal, sería limitarla; puesto que la libertad es infinita, es posibilidad y apertura.

Tercera parte.

            Kierkegaard distingue entre angustia objetiva y subjetiva. La angustia objetiva según el danés será la que acompaña la pecaminosidad de la especie, es decir, el pecado original. Por otro lado, la angustia subjetiva será la que acompaña al pecado personal, que es la culpa que siente el individuo al estar delante de Dios. La persona en cuanto a individuo y no en cuanto especie, es importante para el danés porque la relación con Dios sólo puede ser personal. De igual modo, la angustia es un sentimiento interno, individual, que puede conducirnos a la relación con Dios. El ser humano está llamado a ser un individuo puesto frente a Dios, y esta posibilidad entraña, por definición, angustia ante la posibilidad de caer. Ésa caída es el pecado.
           
Por el pecado se convirtió la sensibilidad en pecaminosidad. Esta proposición encierra un doble significado. Con el pecado se torna pecaminosa la sensibilidad, y con Adán vino el pecado al mundo. Pero por qué la sensibilidad se vuelve pecaminosa, es porque la mujer es más sensible que el varón. Basta con ver la condición física, en la cual sólo encierra la belleza. Y pues solamente por esto es que la mujer tiene más sensibilidad que el varón.

“la angustia, sin embargo, es una expresión de la perfección de la naturaleza humana y es por eso por lo que solamente las razas humanas inferiores encontramos analogías de alumbramiento tan fácil como el que se da a los animales”[11].

La sensibilidad no es pecaminosidad. La sensibilidad en el estado de inocencia no es tampoco pecaminosidad y, sin embargo, en este estado hay sensibilidad, puesto que Adán sin duda tuvo necesidad de la comida y de la bebida, etc. En la inocencia está puesta la diferencia sexual, pero no en cuanto tal. Solo en el momento de cometer el pecado queda también puesta la diferencia sexual en cuanto impulso[12].











3.      CONCLUSIONES

A las conclusiones que llego con el trabajo interpretativo de esta obra del concepto de angustia de Sören Kierkegaard, que he realizado, es que la angustia es algo que esta adherido al ser humano, según el autor danés puesto que sólo por el solo pecado se encuentra el hombre en un desarrollo pecaminoso en su vida, lo cual le causa angustia.
Pero lo más importante que pude descubrir es la distinción que hace acerca de la angustia subjetiva y la objetiva, en la cual afirma que existen estos dos tipos en el individuo, la objetiva es la angustia que esta por naturaleza permeado el individuo. Y la subjetiva, está sujeta a la posibilidad, es decir, a la libertad de decidir lo bueno o lo malo.
Pero la convergencia que posee cada una de ellas es que, tanto en una como en la otra le causa al individuo angustia.
La angustia es pues un estado en el hombre del cual no puede escaparse, ya que hemos sido expuestos por el pecado de Adán a esta angustia, según el autor y con lo expuesto en el desarrollo del trabajo hermenéutico.

“no duerme nunca, pues está sometido constantemente a prueba, y a cada instante existe la posibilidad de que, en su angustia, se eche atrás y reingrese en lo general”[13].

La posibilidad haciendo referencia a la libertad, y el reingresar en lo general es una caída, es decir, el pecado.
La angustia es pues una experiencia decisiva de la existencia, en la que el hombre se determina como ser libre o se desconoce como tal. La angustia abre la posibilidad de que el hombre se salve o de condene a si mismo. Uno de los principales aportes del filósofo danés a la filosofía contemporánea es el planteo del problema de la angustia. El título El concepto de angustia para el libro de Kierkegaard desarrolla tal cuestión pero no deja de ser una ironía, ya que la conjunción de los términos “concepto” y “angustia” es algo inédito para la vida contemporánea del danés y es un aporte nuevo en la historia de la filosofía.
Por otro lado en el propio pensamiento Kierkegaardiano, la angustia no tiene su lugar propio en el terreno del concepto, sino que es una nota distintiva del ser humano: no es meramente un “estado de ánimo”; sino es meramente una experiencia decisiva de la vida del hombre, aquella experiencia en la que el hombre se determina como espíritu o se desconoce como tal. Es decir: la angustia abre la posibilidad de que el hombre se salve o se condene a sí mismo.
La angustia no es un fenómeno psicológico sino que compromete el ser del hombre en su integridad; por eso, la posibilidad de comprender la angustia desborda totalmente los límites de la psicología. Y como lo mencionó arriba es un acto de libertad, para no caer en el pecado.




























4.      BIBLIOGRAFIA
·         Sören Kierkegaard, “El concepto de la angustia”, Alianza Ed., Madrid, 2007. Traducción Demetrio Gutiérrez Rivero.
·         J. Hirschberger, “Historia de la filosofía”, Herder, Barcelona, 1994.
·         Julián Marías, “Historia de la filosofía”, Alianza Universidad Textos, 1993.
·         Peter Vardly, “Kierkegaard”, Herder, España, 1997.
·         James Collins, “El pensamiento de Kierkegaard”, FCE, México, 1958.






[1] J. HIRSCHBERGER, Historia de la filosofía, Herder, Barcelona, 1994, p. 322.
[2] Ibid.
[4] Sören Kierkegaard, “El concepto de angustia”, Alianza Ed., Madrid, 2007, p. 106.
[5] Sören Kierkegaard, “El concepto de angustia”, Alianza Ed., Madrid, 2007, p. 104
[6] Ibid., p. 105
[7] Ídem.
[8] Sören Kierkegaard, “El concepto de angustia”, Alianza Ed., Madrid, 2007, p. 106.
[9] Ídem.
[10] Sören Kierkegaard, “El concepto de angustia”, Alianza Ed., Madrid, 2007, p. 106.

[11] Sören Kierkegaard, “El concepto de angustia”, Alianza Ed., Madrid, 2007, p. 136.

[12] Ibid., p. 148-149.
[13] Sören Kierkegaard, “El concepto de angustia”, Alianza Ed., Madrid, 2007.

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